A mediados
del siglo XX los liberales y modernistas, al ver la falta de interés
y la poca asistencia de feligreses a sus cultos, comenzaron a unirse con evangélicos
más tolerantes. Fue así como introdujeron en sus iglesias actividades
diferentes con el pretexto de mostrar preocupación por el evangelismo
del mundo y para unirse y participar con ellos.
Muchos de sus supuestos convertidos continuaron con la misma vida, doctrina
y prácticas que seguían antes de su conversión. Se
cambiaron ciertos métodos, mientras se elaboraron sistemas y estudios
complicados pertinentes, accesibles y ajustables, al joven, al comerciante,
al atleta, al político, a la estrella de cine y demás. Todo este
programa es sumamente peligroso porque en el nombre
del Espíritu Santo le presta más atención a la carnalidad,
mientras se gloría por la cantidad de miembros, por las actividades,
que más bien deberían llamarse diversiones, en vez de ser fieles
a Cristo Jesús y a la Palabra de Dios. Le dan más
importancia a la cantidad que a la calidad de vida fiel, sincera y obediente
a Dios.
Entre los protestantes el movimiento ecuménico se inició
a fines del siglo pasado y el término ha sido utilizado por organizaciones
internacionales de las diferentes denominaciones, agencias interdenominacionales
y paraeclesiásticas. El Concilio Nacional de Iglesias de Cristo en Estados
Unidos y el Concilio Mundial de Iglesias, con sede en Ginebra, Suiza, son tal
vez las más conocidas.
El ecumenismo, como tendencia dentro del cristianismo, tiene
como su objetivo unificar a las iglesias o al menos acercarlas. Algunos tienen
como meta la unión estructural de todas las iglesias, mientras que otros
se proponen simplemente trabajar unidos en algunos proyectos.
A veces es difícil identificarlos porque gustan de asociarse con los
cristianos fundamentalistas. De tal manera que muchos hoy en día, en
favor de sus propios intereses, cuando están con los fundamentalistas
se identifican como fundamentalistas sin serlo, y luego hacen lo mismo cuando
están con los ecuménicos.
En otras palabras son personas que gustan de
la simulación. Y esto es lo que dice la Biblia sobre
un caso similar, "Porque cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí
cara a cara, porque era de condenar. Pues antes que viniesen algunos de parte
de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron,
se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión.
Y en su simulación participaban también los otros judíos,
de tal manera que aun Bernabé fue también
arrastrado por la hipocresía de ellos" (Gá. 2:11-13).
A continuación vamos a considerar algunas de las características
del ecumenismo evangélico y también cuales son los rasgos que
identifican a esas personas reconocidas como tales. El amor es lo primero
- Usando como base el compañerismo y la confraternidad, consideran
el amor superior a la sana doctrina. Las principales grupos que están
promoviendo este concepto son el movimiento pentecostal y el carismático
y varios grupos interdenominacionales. Declaran que la doctrina divide, pero
que el servicio une. Predican un evangelio social, mientras promueven las
buenas obras para la salvación. "Tiene que tener buenas obras
para saber si en realidad es salvo" - es uno de sus principales lemas.
- Basan su cristianismo en las emociones, en levantar las manos, hablar
en voz alta con el propósito de excitar los ánimos o para controlar
las emociones, lloran, gritan y gustan de decir a cada instante "¡Amén!,
¡Amén!, ¡Aleluya!, ¡Gloria a Dios!", etc. Con
esto enardecen las emociones del ser humano y pasan por alto el consejo de
la Palabra de Dios que nos enseña que debemos escuchar la predicación
en silencio y ordenadamente. Las emociones son humanas, el
oír en silencio y con orden es divino. "Pero hágase todo
decentemente y con orden" (1 Co. 14:40).
No es posible tener un amor verdadero sin practicar la sana doctrina.
"En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios
y guardamos sus mandamientos. Pues este es el amor de Dios, que guardemos sus
mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos" (1 Jn. 5:2,3).
“Mirad por vosotros mismos, para que no
perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón
completo. Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de
Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése
sí tiene al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros, y no trae esta
doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido!
Porque el que le dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras”
(2 Jn. 8-11).
“Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo
de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis
de vuestra firmeza. Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro
Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el
día de la eternidad. Amén” (2 Ped. 3:18,19).
“No os dejéis llevar de doctrinas
diversas y extrañas; porque buena cosa es afirmar el corazón con
la gracia, no con viandas, que nunca aprovecharon a los que se han ocupado de
ellas” (He. 13:9).
- Una mente abierta con frecuencia se pueden escuchar expresiones como estas:
“Es necesario volver a examinar, reinvestigar y dejar la mente abierta
en cuanto a los fundamentos de la fe”. Dudan
de la infalibilidad de la Escritura y ponen en tela de juicio su inspiración
Divina. Sustituyen la razón del hombre por la revelación de
Dios, minando así el fundamento de la autoridad de la Biblia. Sin embargo,
las doctrinas y la fe en la Palabra de Dios y en el Hijo de Dios son revelación
divina, no asunto de investigación.
“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que
no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad”
(2 Ti. 2:15).
“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar,
para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que
el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”
(2 Ti. 3:16,17).
“Te encarezco delante de Dios y del
Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su
manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo
y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina”
(2 Ti. 4:1,2).
“Fíate de Jehová de todo
tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo
en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas”
(Pr. 3:5,6).
“Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el
Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del
Señor, la cual él ganó por su propia sangre. Porque yo
sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros
lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos
se levantarán hombres que hablen cosas perversas, para arrastrar tras
sí a los discípulos. Por tanto, velad...” (Hch. 20:28-31).
“Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana,
sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu
Santo” (2 P. 1:21).
“Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio;
no con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz de Cristo...
Para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese
en el Señor” (1 Co. 1:17,31).
- Tergiversan la Palabra de Dios tuercen las Escrituras a fin de acomodarlas
a los descubrimientos y teorías científicas, incluyendo la teoría
de la evolución. Menosprecian el relato de la creación dado
en Génesis y otros libros de la Biblia. Si el hombre supiera
más que su Creador, esto implicaría entonces que Dios en realidad
no existe.
“Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo
débil de Dios es más fuerte que los hombres” (1 Cor. 1:25).
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Gn.
1:1).
“Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de
lo que ha sido hecho, fue hecho” (Jn. 1:3).
“Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo,
andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados
en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en
acciones de gracia. Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías
y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a
los rudimentos del mundo, y no según Cristo” (Col. 2:6-8).
“Dice el necio en su corazón:
No hay Dios” (Sal. 53:1).
“Sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad
siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante
todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros; teniendo
buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores,
sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo. Porque
mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así
lo quiere, que haciendo el mal” (1 P. 3:15-17).
“Ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando
culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos.
Amén” (Ro. 1:25).
“Porque mis pensamientos no son vuestros
pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son
más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más
altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”
(Is. 55:8,9).
- Una nueva línea de pensamiento busca la forma de revelar o crear
líneas de pensamiento y argumentos que puedan cristianizar ideas, y
sistemas paganos que se basan en la incredulidad. Su propósito
es la glorificación de la filosofía, la sicología, siquiatría,
astrología y demás. Pero no hay nada mejor para el
hombre que la Palabra de Dios. Lo único verdadero es el arrepentimiento
genuino y la fe en el Señor Jesucristo, el depositar toda nuestra confianza
en él como el sustituto que recibió el castigo por nuestros
pecados y entregarnos a él como nuestro único y suficiente Salvador.
El ser salvos por su gracia es lo que nos ayuda a obedecer a Dios.
“La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos
y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia
en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos
espirituales” (Col. 3:16).
“Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones
y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y
que os apartéis de ellos” (Ro. 16:17).
“Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo,
andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados
en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en
acciones de gracia. Mirad que nadie os engañe
por medio de filosofías y huecas sutilezas, según
las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos
del mundo, y no según Cristo” (Col. 2:6-8).
“... Siempre están aprendiendo,
y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad”
(2 Ti. 3:7).
“Amado, no imites lo malo, sino lo
bueno. El que hace lo bueno es de Dios; pero el que hace
lo malo, no ha visto a Dios” (3 Jn. 11).
- Predican un “mensaje positivo” y muchas veces hacen declaraciones
como esta: “Dios me llamó a
ganar almas, no a criticar a otros”.
- Con gran emoción mundana atraen
a muchos porque no reprenden el pecado.
- Pocas veces enseñan lo que es el
arrepentimiento verdadero y mucho menos predican en contra del error.
- Hacen grandes promociones a fin de lograr muchos “convertidos”
y gustan de hacer preguntas como estas: “¿Le gustaría
tener la seguridad de que va a ir al cielo cuando muera? Para ser salvo sólo
tiene que recibir al Señor Jesucristo como su Señor y Salvador.
Y ahora que sabe esto, sólo tiene que decidir, determinar si sigue
en su pecado o si recibe a Cristo. Tiene que escoger entre Cristo y el pecado.
¿Qué va a hacer con Cristo? ¿Va a recibirlo ahora en
su corazón y tener vida eterna en el cielo, o va a rechazarlo y continuar
en su camino rumbo al INFIERNO?”. Es
cierto que este es un paso para la salvación, pero Dios además
ha llamado a todos los cristianos al ministerio de ganar almas,
dando testimonio con la vida y con la
boca y contendiendo ardientemente por la pureza de la
predicación de la Palabra de Dios y por la pureza de la fe que proclaman.
“Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca
de nuestra común salvación, me ha sido necesario esribiros exhortándoos
que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los
santos” (Jud. 3).
“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar,
para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que
el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”
(2 Ti. 3:16,17).
“Te encarezco delante de Dios y del
Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su
manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo
y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.
Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino
que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme
a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído
y se volverán a las fábulas. Pero tú sé sobrio en
todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio”
(2 Ti. 4:1-5).
- No les gusta la separación, encuentran más compañerismo
entre otros iguales a ellos que participan de los placeres mundanos, que entre
los que siguen la santa doctrina bíblica de la separación.
Esta confusión satisface a Satanás, pero la Escritura dice...
“Y no participéis en las obras
infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas”
(Ef. 5:11).
“No erréis; las malas conversaciones
corrompen las buenas costumbres” (1 Co. 15:33).
“No os unáis en yugo desigual
con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene
la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con
las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué
parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay
entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo
del Dios viviente...
Por lo cual salid en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no
toquéis lo inmundo; y yo os recibiré”
(2 Co. 6:14-17).
- Consideran la iglesia, sólo como una institución de beneficencia
tratan cada vez más de hacer de la Iglesia un instrumento de cambios
sociales por medio de programas de tipo humanitario.
- Sin pensarlo ni quererlo avanzan en la misma dirección de los
católicos y miembros de otras sectas. Dios por su parte nos hizo
responsables de la gran comisión y nos insta a que contendamos por
la pureza de la doctrina y el bienestar espiritual de nuestros hermanos.
“Porque es preciso que entre vosotros
haya disensiones, para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados”
(1 Co. 11:19).
“Y hubo tal desacuerdo entre ellos,
que se separaron el uno del otro; Bernabé tomando a Marcos, navegó
a Chipre, y Pablo, escogiendo a Silas, salió encomendado por los hermanos
a la gracia del Señor” (Hch. 16:39,40).
- Se comportan como los mundanos otras de las características
del nuevo evangelio es que sus seguidores disfrutan con las actividades y
placeres mundanos.
- No ven ningún peligro en ser partícipes de diversiones mundanas,
tal como cine, televisión, música del mundo, discotecas, bailes,
sensualidad entre los jóvenes, vicios como fumar, tomar socialmente
bebidas alcohólicas o usar drogas.
- Llevan a cabo negocios deshonestos. Se identifican con el mundo,
no sólo con sus acciones, sino también con su modo de vestir
y hablar, sin advertirse de que están practicando las obras de la carne.
El creyente verdadero no tiene comunión con las tinieblas.
“Este es el mensaje que hemos oído
de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él.
Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas,
mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él
está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo
su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Jn. 1:5-7).
“Mas vosotros no vivís según
la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu
de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo,
no es de él” (Ro. 8:9).
“Digo, pues: Andad en el Espíritu,
y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque
el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu
es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis
lo que quisiereis ... Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio,
fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías,
enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías,
envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas;
acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que
practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”
(Gá. 5:16-21).
Dios anhela tener una relación personal e íntima con cada uno
de nosotros a través del estudio de su Palabra y la oración.
El cooperar con los que no siguen una sana doctrina produce la unificación
de programas sociales, trabajos misioneros o campañas evangelísticas
con aquellos que practican las obras infructuosas de las tinieblas.
- La mayoría de los ecuménicos
evangélicos presentan un "evangelio diferente", emocional
y sensacional. Realmente han apostatado de la fe en Cristo,
lo cual quiere decir que han cambiado y pervertido el plan de Dios para la
salvación del hombre. Este plan nos enseña que primero debemos
reconocer nuestra condición de pecador perdido, que debemos arrepentirnos,
pedir el perdón de Dios y depositar nuestra confianza absoluta en el
Señor Jesucristo como nuestro Señor y Salvador. Como resultado
de la salvación, debemos mantener la sana doctrina sin dejar de congregarnos
con fidelidad, sinceridad y obediencia a Dios, apartándonos del pecado
y de toda práctica mundana. Dios nos ofrece en su palabra, reglamentos
muy estrictos en cuanto a la confraternidad y compañerismo con falsos
“hermanos”.
“No os unáis en yugo desigual
con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene
la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con
las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué
parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay
entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo
del Dios viviente... Por lo cual salid en medio de ellos, y apartaos, dice el
Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré”
(2 Co. 6:14-17).
“Si alguno viene a vosotros, y no trae
esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido!
Porque el que le dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras”
(2 Jn. 10,11).
“Amados, por la gran solicitud que
tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación,
me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente
por la fe que ha sido una vez dada a los santos”
(Jud. 3).
“Hermanos, sed imitadores de mí,
y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis
en nosotros. Porque por
ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo
digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será
perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza;
que sólo piensan en lo terrenal. Mas
nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también
esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo” (Fil.
3:17-20).
“No que haya otro (evangelio), sino
que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo”
(Gá. 1:7).
Es necesario escuchar el plan de Dios completo. Primero hay que escuchar la
Palabra de Dios para poder creer en él, “¿Como, pues, invocarán
a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán
en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin
haber quien les predique?” (Ro. 10:14).
La mayoría de los folletos y libros hablan de “recibir a Cristo”,
pero no explican cómo, ni lo qué significa. Sólo dicen
que hay que hacerlo.
Hay otros grupos religiosos que utilizan la misma frase pero con significado diferente.
Por ejemplo, la secta católica romana
dice que “recibir a Cristo” es recibir la hostia, “el cuerpo
místico de Cristo”.
La Iglesia Adventista del Séptimo
Día sostiene que hay que “recibir a Cristo”
y practicar buenas obras para obtener la salvación.
La Iglesia Pentecostal
enseña que aunque una persona reciba a Cristo no se es salva "hasta
que no habla en lenguas". Otros explican que hay que experimentar emoción
y muchas cosas más, por eso en lugar de usar el término "aceptar
o recibir a Cristo" deberíamos más bien decir “entregarse
incondicionalmente a Cristo”.
Es indispensable que la persona tenga la convicción del arrepentimiento
dado por Dios que viene de escuchar su Palabra. Es fundamental además
que se entregue de corazón a Cristo, implorando arrepentido el perdón
de sus pecados.
Pero... ¿Qué es el arrepentimiento?
El arrepentimiento no es el hecho de dejar o abandonar algunos pecados, porque
de ser así sería una demostración de las obras para obtener
la salvación. El arrepentimiento verdadero podríamos resumirlo
así:
El arrepentimiento es importante, porque Juan el Bautista
y el Señor Jesucristo lo predicaron. “En aquellos días vino
Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, y diciendo: Arrepentíos,
porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mt. 3:1,2).
“Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea
predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido,
y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos,
y creed en el evangelio” (Mr. 1:14,15).
Los discípulos y los apóstoles lo predicaron, “Y
saliendo, predicaban que los hombres se arrepintiesen” (Mr. 6:12).
Pedro lo predicaba constantemente. “Pedro les dijo: Arrepentíos,
y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para
perdón de los pecados...” (Hch. 2:38).
“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen
por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no
queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”
(2 P. 3:9).
Pablo también lo predicaba de continuo. “Testificando a judíos
y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios,
y de la fe en nuestro Señor Jesucristo” (Hch. 20:21).
“Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque
fuisteis contristados para arrepentimiento...” (2 Co. 7:9).
¿Cómo debe ser el arrepentimiento?
En relación con la inteligencia, es un cambio de la mente. “Pero
¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose
al primero, le dijo: Hijo, vé hoy a trabajar en mi viña. Respondiendo
él, dijo: No quiero; pero después arrepentido,
fue” (Mt. 21:28,29).
En relación con las emociones, contrista: “Porque aunque os contristé
con la carta, no me pesa, aunque entonces lo lamenté; porque veo que
aquella carta, aunque por algún tiempo, os contristó. Ahora me
gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados
para arrepentimiento; porque habéis sido
contristados según Dios” (2 Co. 7:8,9).
El arrepentimiento nos insta a confesarle
el pecado a nuestro prójimo cuando lo hemos ofendido.
A hacer restitución en el caso del creyente verdadero. “Por tanto,
si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene
algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate
primero con tu hermano, y entonces ven presenta tu ofrenda” (Mt. 5:23,24).
“Confesaos vuestras ofensas unos a otros...” (Stg. 5:16).
A reconciliarnos con Dios admitiendo la maldad y suciedad del pecado, y el
apartarnos de él. “Deje el impío su camino, y el hombre
inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá
de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en
perdonar” (Is. 55:7).
“El que encubre sus pecados no prosperará; mas el
que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia”
(Pr. 28:13).
“Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento” (Mt. 3:8).
Debe haber un cambio de actitud y aborrecimiento y desprecio
hacia el pecado.
“El que practica el pecado es del diablo;
porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo
de Dios, para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que es nacido de Dios,
no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y
no puede pecar, porque es nacido de Dios. En esto se manifiestan los hijos de
Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama
a su hermano, no es de Dios” (1 Jn. 3:8-10).
El arrepentimiento verdadero es un don de Dios. “Entonces, oídas
estas cosas, callaron y glorificaron a Dios, diciendo: ¡De manera que
también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida!”
(Hch. 11:18).
“Que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá
Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad” (2
Ti. 2:25).
Lo produce la Palabra de Dios. “Al oír esto, se compungieron de
corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos,
¿qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos y bautícese
cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados;
y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hch. 2:37,38).
Dios incluso, a veces castiga y reprende a los
creyentes, “Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues,
celoso, y arrepiéntete” (Ap. 3:19).
“Hijo mío, no menosprecies la disciplina
del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él; porque el
Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo”
(He. 12:5,6).
“Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos,
no seríamos juzgados; mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor,
para que no seamos condenados con el mundo” (1 Co. 11:31,32).
El arrepentimiento verdadero capacita al hombre para ser perdonado,
“Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean
borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor
tiempos de refrigerio” (Hch. 3:19).
El arrepentimiento verdadero acompañado de una fe real en el
Señor Jesucristo trae la conversión auténtica,
“Para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la
luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe
que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados”
(Hch. 26:18).
El don del Espíritu Santo es para el pecador
arrepentido que ha depositado su confianza en Cristo Jesús como su Señor
y Salvador. El Espíritu Santo confirma la salvación y bautiza
y sella al cristiano en el propio momento de su conversión.
“Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros
en el nombre de Jesucristo, para perdón de los pecados; y recibiréis
el don del Espíritu Santo” (Hch. 2:38).
“El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de
que somos hijos de Dios” (Ro. 8:16).
- Los evangélicos ecuménicos son todos los que practican uno
o todos los puntos que he mencionado a través de toda esta serie de
mensajes.
El ecumenismo evangélico es peligroso,
porque va en contra de la sana doctrina esbozada en la Biblia.
Aunque algunos líderes religiosos respetables aceptan y apoyan estas
prácticas no debemos ser arrastrados por el engaño.
Debemos contender incansablemente por la sana doctrina.
No podemos hacer “males para que vengan bienes” (Ro. 3:8).
El cristiano tiene que obedecer a Dios, de otra manera está desobedeciéndole.
Finalmente permítame presentarle los puntos claves a seguir para no caer
en el ecumenismo evangélico:
1. No debemos ser tolerantes con quienes creen y tiene tales
prácticas.
2. Tampoco debemos cooperar con ellos.
Mucho menos debemos contaminarnos, haciéndonos partícipes con
ellos.
La Palabra de Dios nos advierte en Mateo 13:24-30, que estos falsos cristianos,
son como la cizaña que se mezcla con la buena semilla para ahogarla.
“Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos
es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras
dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre
el trigo, y se fue. Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció
también la cizaña. Vinieron entonces los siervos del padre de
familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu
campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? Él les dijo:
Un enemigo ha hecho esto.
Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos?
Él les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis
también con ella el trigo.30 Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro
hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged
primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el
trigo en mi granero”.
¡Pronto llegará el
dueño del campo, ojalá usted no sea parte de la cizaña!
Pastor José Holowaty